Devocional Familiar:
Leer Rut 4, orar y cantar juntos
Devocional Personal: Lucas 6:46-47
46 ¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo? 47 Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras y las hace, os indicaré a quién es semejante.”
La fe viene por el oír la Palabra
En los versículos anteriores Jesús nos habla de lo que abunda en nuestros corazones y la razón por la cual somos como somos. Dejándonos claros que, si vivimos enfocado en este mundo, lo que abundará en nuestro corazón serán cosas vanas, pero si vivimos para su Gloria daremos frutos dignos para el Señor. Siendo ejemplo para este mundo caído siendo la luz para todos lo que andan en las tinieblas. Siendo el reflejo de Cristo para que otros puedan ver que nuestros frutos provienen de Dios, de una vida dependiente a Él, una vida enfocada en alcanzar la santidad. Pero esto es posible solamente si escuchamos su Palabra, como Jesús mismo dijo en (Lucas 6:47) “Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras y las hace”. Como también se nos explica en (Romanos 10:17) “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.”
Que bendición fue para aquellas personas poder escuchar esas palabras de nuestro Dios divino, directo de la boca de Jesús cuando caminaba por esta tierra hace más de dos mil años. Pero es igual la bendición de Dios, proveer del Espíritu a hermanos como Lucas para poder escribir la Palabra de Dios en estos evangelios, que es la forma que Dios aun nos sigue hablando hoy en día. Nuestra Biblia es un registro perfecto, inspirado por Dios mismo, para enseñarnos en términos humanos su plan de salvación para con nosotros. Vemos como Dios restableció nuestra relación con Él luego que el pecado entrara al mundo por el hombre, para luego ser liberado por Cristo Jesús. Solo al escuchar esta Palabra Santa es que podemos tener fe, y solo por la fe somos salvos. “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe.” (Efesios 2:8a)
Desafio y Aplicación
Si la Palabra de Dios nos enseña que solo somos salvos por la fe y que la fe solo viene por oír las Escrituras, ¿no deberíamos meditar en la Palabra en cada momento que podamos? Josué el siervo del Señor que llevó al pueblo de Dios a la tierra prometida nos enseñó lo siguiente. “Medita día y noche el libro de esta ley teniéndolo siempre en tus labios; si obras en todo conforme a lo que se prescribe en él, prosperarás y tendrás éxito en todo cuanto emprendas.” Los animó que comiences y termines tu día meditando en la Palabra, para que la tengas siempre fresca en tu mente. De la misma manera estarás presto para compartir la palabra con aquellos que necesitan oír la palabra de Dios. Ya que esto es lo único que podemos hacer, compartir la Palabra con otros, para que la puedan escuchar y Dios haga su obra salvadora de acuerdo con su voluntad. Solo así ellos podrán tener la oportunidad de compartir la misma fe que tenemos nosotros en Cristo Jesús y la gloriosa esperanza de la vida eterna con nuestro Dios.