Devocional Familiar:
Leer 2 Samuel 17, orar y cantar juntos
Devocional Personal: Lucas 18:11
“11 El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano”
Justificándonos en nuestro prójimo
Continuamos hoy estudiando la parábola del fariseo y el publicano. El fariseo es condenado por auto justificarse y por su orgullo. Ayer vimos que la autojustificación se muestra en que, nos enfoquemos en nuestra propia gloria y reconocimiento y no en la de Dios. Un segundo resultado de esto es que nos comparamos con personas a nuestro alrededor con orgullo y crítica. Cuando confiamos en nosotros mismos como justos, nos estamos comparando con nuestro propio estándar en lugar de compararnos con el estándar de Dios. Creer en este estándar, nos lleva a buscar a los de nuestro alrededor encontrando las fallas y pecados de ellos para sentirnos bien de nosotros mismos. Esto es que hace el fariseo. Él dice, “… Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano.” En vez de compararse ante la ley de Dios, el fariseo ve y juzga a los que están alrededor para justificarse delante de Dios.
A veces nosotros hacemos el mismo. Alguna vez te has encontrado pensando… “bueno quizás digo mentiras piadosas y me enojo de vez en cuando, pero por lo menos no hago tal cosa que hace mi amigo o hermano” o se expresa al decir: “¡No puedo creer que ese hermano hizo esto! ¡Yo jamás haría algo así!” En cuanto tratamos de justificarnos a nosotros mismos por nuestro propio estándar en lugar de lo que Dios dice sobre nosotros, así mismo juzgaremos y menospreciaremos a nuestros hermanos y hermanas. Esto es el opuesto de lo que la Biblia nos llama a hacer. Dice en Filipenses 2:3-4, “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros”. En vez de juzgar y criticar a otros, Dios nos llama a “estimar cada uno a los demás como superiores” en humildad.
Desafio y Aplicación
La libertad de amar y pensar lo mejor de otros solo viene al aceptar lo que Dios dice sobre nosotros. Tenemos que entender que todos somos pecadores, rebeldes, que han quebrado la ley de Dios y que no hay manera en que podamos agradecerle. Pero también que Dios nos ofrece perdón y amor a través de Jesús para que podamos tener una relación cercana con Él. Cuando entendemos nuestra condición sin Dios, el perdón y gracia que nos ofrece, entonces estaremos listos para extender el mismo perdón y gracia a los demás. Durante el día de hoy, examina tu propio corazón. ¿Te encuentras siempre comparándote con otros o te enfocas en amar y servir a otros? ¿En que manera podrías actuar para bendecir a otros hoy? Quiero animarte a pedir perdón si no has pensado lo mejor de otra persona, buscar a Cristo para animarte y llevarte a amar a esa persona.